lunes, 21 de septiembre de 2015

Personas Antes Que Enfermeros

Partiendo del fantástico artículo "La relación entre el enfermo y el profesional de la salud" publicado en  Yo Psicólogo, quiero comenzar  mi post de hoy. No solo quiero hablar de enfermería, quiero hablar de personas. 

Personas que en un momento determinado de sus vidas sufren una enfermedad o proceso patológico que los lleva a estar ingresados en un hospital. Separados de familia, amigos y rodeados por gente desconocida, horarios de comidas, cables, tubos, maquinas con alarmas programadas, etc. ¿Puedes imaginarte como deben de sentirse? Completa y absolutamente perdidos. No solo eso, vulnerables, ante una enfermedad, por muy común que sea o fácil de solucionar, todos sucumbimos al miedo. Y si encima en esos momentos, como he dicho, debes estar rodeada de desconocidos y en un lugar extraño, la sensación de vulnerabilidad aumenta. 

Como enfermera, he de admitir que a veces olvido eso, que para mí es mi trabajo diario y que al conocer a un nuevo paciente sigo mi rutina de trabajo como si nada, sin pensar en lo raro que pueda resultar todo aquello para el paciente.

En la carrera nos hablan sobre ello, psicología del trabajo, tratar siempre al enfermo de manera holística, no pensarle como un número de cama o habitación. Al acabar la carrera te propones que serás mejor que todos los demás, que serás el enfermero que luche por los derechos del paciente. Pero pasa el tiempo y un día te das cuenta de que das por sentado que el paciente sabe lo que le espera cuando le dices que le vas a poner un catéter, o que el paciente tiene familia que le traiga ropa al hospital. 

Llega un momento en que es necesario pararse y reflexionar, si la persona que somos es la que queremos ser. 

Como enfermeros, no trabajamos con papeles, trabajamos con personas. Personas que tienen su propia historia su propia vida. Por tanto, debemos recordar que pese que para nosotros sea el "día a día" en el trabajo para ellos es una etapa muy difícil y dura de sus vidas. Debemos ser su apoyo, la mano amiga que agarrar, la persona a la que acudir sin miedo ante cualquier duda.

Para ello, desde el minuto cero en que un paciente nuevo llega a nuestro servicio es necesario iniciar una relación adecuada enfermero-paciente. No digo que tengamos que ser sus “colegas” pero si crear una relación de cordialidad, de empatía, no ser solo la persona que les lleva la medicación. Debemos definir los limites justos de la relación, sin llegar al punto de la amistad en el que el paciente pierde el respeto por nosotros y duda de nuestra profesionalidad, pero tampoco siendo estrictos y adoptando una postura paternalista en la que la opinión del paciente nos importa en la toma de decisiones sobre su plan terapéutico.

Esto me hace pensar, que he conocido a muchos enfermeros unos eran mejores a mi parecer que otros. Pero quizás, esos que no cumplían mis estándares de buen enfermero, empezaron como yo, queriendo ser mejores, pero se perdieron en el camino. Como ocurre a mí, a veces olvido que antes de ser enfermera soy una persona.  Ya Virginia Henderson (enfermera teorizadora) en 1900 consideraba a la persona como
Virginia Henderson, la cara de la bondad.

“Definición de persona: ser bio-psico-social, es decir, la persona además de una estructura biológica, posee una psicológica. Debemos ayudar al paciente para que logre su independencia; teniendo en cuenta que la mente y el cuerpo son inseparables; el paciente y la familia forman una unidad”

Virginia Henderson (enfermera teorizadora) 


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