Hace un mes estaba tan hundida
que ni si quiera alcanzaba a ver el techo. Me fui unos días a ver a mi pareja a
estar una semana de no hacer nada. De hecho, mi novio eme preguntaba que quería
hacer y yo solo quería meterme en la cama con el que me abrazara y sentir la
seguridad que solo sus brazos pueden darme, porque sentía que estaba cerrando una
puerta tras de mí que dejaba atrás un año horrible, una vida que ha sido más
bien una supervivencia, una vida de mierda si pero conocida. En cambio, tenía ante
mí una puerta tras la cual no sabía lo que podría encontrarme. Conclusión,
estaba aterrorizada.
Tras una semana con mi
novio, he de decir que no me equivocaba, era justo eso lo que necesitaba, estar
con él, con mi mejor amigo, charlas hasta el amanecer y días que comienzan a la
una de la tarde. Tenía tantas cosas que hablar con él. Llego un momento el mes
pasado en que apenas recordaba lo bien que podía llegar a hacerme sentir, lo
que era sentir que formaba parte de un equipo. Saber que estemos donde estemos,
siempre le siento a mi lado como un escudo, como si hubiera una red que me
protegerá si me caigo.
Tras esas merecidas
vacaciones volví a Inglaterra para enfrentarme a mi próximo destino: Brighton,
mucho más fuerte y segura de mi misma. El miedo no es que haya desaparecido por
completo, pero he conseguido controlarlo.
Sobre esta nueva aventura no
puedo decir mucho porque acaba de empezar pero hay tres aspectos fundamentales
sobre los que basarme a la hora de calificarla: la gente, la ciudad, el
trabajo.
La gente, increíble. Una de
las chicas que he conocido me dijo “bueno
yo creo que si todos estamos aquí es porque tenemos más o menos la misma personalidad porque no todo el mundo se
arriesga a hacer esta aventura”. Hace un año yo decía lo mismo, pero en algún punto
del camino perdí ese pensamiento. Estoy conociendo a gente increíble, y desde
el primer día comencé a conocer las historias que hay tras cada uno de ellos. Me
encanta ese momento en el que alguien te cuenta algo de sí mismo y te das
cuenta que esa persona guarda tanto tras de sí…todos venimos con cargas y adoro
conocerlas.
La ciudad, es una maravilla,
ya me enamoró cuando estuve de visita en mayo y ahora me gusta aún más. Está
llena de gente joven, de cosas por hacer, andando por las calles tienes la sensación
de que podrías pasar la vida aquí y seguirías sin haber recorrido cada rincón. Además
algo que me ha llamado mucho la atención es lo simpática que es aquí la gente,
si preguntas una dirección no solo te van a decir por donde esta sino que
incluso te acompañarán hasta allí, y siempre con una sonrisa. “Si sonríes al
mundo el mundo te sonreirá a ti”.
El trabajo, bueno aún no he comenzado
estoy haciendo un curso de 3 semanas de introducción pero simplemente viendo lo
organizados que son y lo comprensivos que son con nosotros ya me da muy buenas
vibraciones.
Cuantas vueltas da la vida,
como cambian las cosas en años, meses o incluso segundos. La persona que amábamos
y por la que habríamos dado todo hace un año es ahora una historia del pasado,
la casa que tanto luchaste por conseguir se quedó en aquella ciudad en la que
trabajabas….de igual manera el estrés, la agonía, la sensación de estar
atrapado en una habitación sin puertas ni ventanas, esa asfixia, desaparecida
tras un mes o incluso tras solo semanas. Si es que la vida da tantas vueltas
que nunca puedes decir “de esta agua no beberé”. Uno de mis mejores amigos me
dijo una vez “me encanta salir contigo porque siempre se dónde empiezo pero
nunca donde voy a acabar”. Así es como quiero que sea mi vida, sabiendo siempre
donde estoy hoy pero sin saber dónde estaré mañana.
Es un nuevo comienzo, nuevas
oportunidades, una vida nueva. Vengo cargada de fuerzas y con la firme idea de que hare que este año sea
inolvidable.
“Levántate centrado en la
idea de que cada día es el primer día del resto de tu vida”
No hay comentarios:
Publicar un comentario