Quisiera no haber sabido
de ti. No haber sabido que me esperabas, que fui la única para ti. Quisiera que
nunca me hubieras buscado. Quisiera que fuera fácil olvidarte. Desearía
que nuestra historia acabara donde yo la dejé y no dónde tú decidiste
continuarla.
Lo cambiaste todo. Lo que
consideraba felicidad se convirtió en mentiras, falsas emociones. Miro atrás y
me echo a llorar de rabia al ver las fotografías de tantos momentos y
aventuras, por saber que nunca volveré a sentir esa alegría.
Tenia una vida nueva, una
vida plena y soltaste aquellas fatídicas palabras. La culpa es mia, soy de esas
personas que no son capaces de olvidar las palabras de personas que les
importan, se van clavando en mí como cuchillos, y poco a poco y día a día
consumen una parte de mí.
Fuiste la brisa que me
devolvió a la vida, la historia que me cambió o mas bien la que rescató a mi
verdadero yo. Te llevo conmigo en cada gesto, en cada acto, en cada risa, en
cada despliegue de energía, en cada uno siempre eres tu el guía.
¿Cómo no pensarte si soy
lo que soy porque lo provocaste tu? Si eres tu el prólogo de mi historia, el
bueno y el malo, el eterno y al que debo dejar ir. Fuiste el único capaz
de ver más allá de mi sonrisa y de crear amistad con mis demonios.
Te volví a dejar pasar, no
sé si porque nunca cerré esa puerta o porque soy una ferviente creyente de los
las historias sin final. Luchaste, llegaste y no pudiste seguir. Me pregunto si
fue porque yo reaccioné tarde, pero nunca volviste a por mi.
Y aun me sorprendo a mí
misma mirando en cada esquina, buscando tu figura inconfundible, esperando que
vuelvas a cumplir tus promesas. No sé si por amor ciego o por ciega esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario